domingo, 13 de enero de 2013


El perreo intenso que tumbará el régimen en Cuba

Lejos de lograr que el reguetón deje de ser uno de los ritmos musicales más acogidos por los jóvenes en Cuba, la prohibición a este género que se instauró recientemente en la isla de los Castro lo que hará es que se vuelva de culto.

Aunque su prohibición se circunscribe solo a lugares públicos, pues según el Instituto Cubano de la Música este género, actualmente uno de los preferidos por los jóvenes en Latinoamérica, es “vulgar, banal y mediocre”.

Y tienen toda la razón, si bien es cierto que el reguetón por lo general (aquí si vale generalizaciones) trata en sus letras a las mujeres como objetos sexuales, también es cierto que son las féminas las que más los escuchan, lo bailan y lo promueven.

Lo anterior se puede comprobar asistiendo a discotecas o fiestas familiares. La demora es que suene un reguetón y las mujeres gritan alborozadas y se paran a bailar de una manera, digamos, no muy recatada, porque se mueven en sugestivas poses sexuales (en últimas todo baile es una provocación sexual). 

Hasta en las chiquitecas y bautizos los más pequeños bailan reguetón.

Y aclaro que no me gusta el género, pero tampoco tengo nada en su contra. Antes del reguetón, lo más sensual para bailar, en Colombia por supuesto, era la lambada, la salsa y los vallenatos y, después de la aparición del ‘perreo intenso’ los jóvenes logramos conquistas sexuales que antes nos tomaban más tiempo concretar.

Y eso fue lo que lo hizo tan popular. Cuando llegó a Colombia y empezó a sonar en emisoras predije erróneamente que era una moda que pasaría rápido. Más de diez años después aún sigue sonando con insistencia en emisoras y discotecas y hasta en Cali, la capital mundial de la salsa, el reguetón la ha desplazado de las preferencias musicales de los más jóvenes.

Tanto que ahora ya se habla de la generación del reguetón. Y en cuanto a lo que pasará en Cuba con esta prohibición, bien lo resume el cubano Ocetálo Baena: “Cuanta estupidez. Podrán prohibir pero no pueden impedir. Con eso sólo lograrán lo contrario: darle al ‘reggaeton’ valor político como forma de resistencia”.


Es así como en poco tiempo oiremos a los anticastristas cantando proclamas contra el régimen en rimas de perreo intenso.